7 mitos financieros que no debes creer
Dentro de las finanzas personales, hay creencias que por falta de información pueden afectar tu bienestar económico, conócelos para que no caigas en ellas.

Dentro de las finanzas personales, hay creencias que por falta de información pueden afectar tu bienestar económico, conócelos para que no caigas en ellas.
Manejar tus finanzas no tarea fácil. Todos los días consumes bienes y servicios para satisfacer necesidades primordiales, como alimento, casa, vestido, además de gustos y deseos. Sin embargo, los deseos y necesidades no tienen límites, mientras que los recursos sí, por lo tanto saber elegir es la clave para manejar correctamente tu dinero.
Dentro de las finanzas personales, hay creencias que por falta de información pueden afectar tu bienestar económico, por ello, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) muestra algunos mitos financieros y cuál es la realidad de los mismos, para que no caigas en ellos y se vea afectado tu patrimonio.
“Puedo tener el control de mis finanzas de manera mental”.
Es posible que tengas muy buena memoria, pero no es seguro confiar en esta cuando se trate de controlar tus finanzas durante una quincena o un mes. Por eso es importante que siempre realices un presupuesto por escrito, en donde registres tus gastos diarios para después compararlos con tus ingresos. Registrando esta información, podrás tener un panorama general que te permita conocer en qué malgastas tu dinero, para convertirlo en ahorro.
“No me alcanza para ahorrar”.
Una creencia errónea es decir que no ganas lo suficiente para ahorrar. El ahorro no es un problema de ingresos, ya que puedes hacerlo de acuerdo a tus posibilidades. Para esto, necesitas organización y sobre todo disciplina. Recuerda, ahorrar no es guardar algo de dinero que te sobre, sino apartar una cantidad fija de manera habitual. Apóyate haciendo un presupuesto para determinar cuánto y cada cuándo lo vas a hacer.
“El mejor lugar para tener el dinero es mi casa”.
Este mito te puede salir muy caro. Si guardas tu dinero en tu hogar te arriesgas a que lo puedas perder, te lo puedan robar o lo vayas a malgastar. Tampoco es aconsejable confiar tus ahorros en una tanda, porque quien la organiza se puede quedar con ellos.
“Siempre es más barato comprar casa que rentar”.
No necesariamente. Si no cuentas con un ahorro suficiente para dar un enganche de por lo menos el 35%, contratar un crédito hipotecario no es alternativa, pues la mayor parte de tu mensualidad se irá al pago de intereses. En estos casos la opción es seguir rentando. Recuerda que antes de adquirir cualquier tipo de préstamo es necesario que verifiques tu capacidad de pago.
“Si compro a meses sin intereses, en ningún caso pagaré un sólo peso de interés”.
La mayoría de los contratos de tarjetas de crédito prevén que ante cualquier incumplimiento en un esquema de pagos fijos o meses sin intereses, el banco puede cancelar el beneficio y cargar a la cuenta revolvente el saldo pendiente total, aplicando la tasa de interés correspondiente. Generalmente se envía a la cuenta revolvente solo la mensualidad que no se pagó. Lo que es un hecho, es que cualquier incumplimiento generará intereses.
“Para invertir tengo que ser rico”.
Se trata de una creencia equivocada. Hoy en día existen varios instrumentos de inversión. Por ejemplo, ¿sabías que puedes empezar a invertir desde 100 pesos con Cetes directo? Se trata de un instrumento seguro, con garantía del Gobierno Federal, que si bien tiene un rendimiento bajo, es recomendable para inversionistas conservadores que apenas están familiarizándose con el tema.
“Contratar un seguro es muy caro”.
La realidad es que hay seguros accesibles a todo tipo de bolsillos, los costos dependen de factores como la suma asegurada, edad, sexo, coberturas adicionales, etcétera. Se trata de realizar un gasto menor en el presente para evitar otro mayor en caso de que se te presente un evento desfavorable a futuro. A la larga siempre será más barato pagar un seguro y no usarlo, que necesitarlo y no tenerlo.
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