Al ocupar  la gubernatura de Sinaloa en 2011, Mario López Valdez reservó para sí lo placentero del cargo y el lado incómodo del ejercicio del poder lo cedió a Gerardo Vargas Landeros. Al acercarse la hora de pagar las cuentas y repartir las culpas, ¿asumirá GVL toda la responsabilidad y condena que derive? ¿Aceptará ser el gran chivo expiatorio del malovismo?

Gerardo Vargas Landeros es tal vez el secretario general de Gobierno de Sinaloa que más poder haya tenido, inclusive empequeñeciendo a veces a Mario López Valdez, su jefe. Sin duda ha cumplido como ningún otro la función de pararrayos del gobernador y cargará, también sin nadie que le haga sombra, el estigma de ser el genio tenebroso del malovismo.

¿Cuál parte es mito y cuál realidad sobre el hombre que llevó las riendas de Sinaloa mientras que el mandatario constitucionalmente reconocido deleitaba las mieles de tal investidura? Ya está escrito el estilo de mando duro y oscuro de Vargas Landeros y solo queda pendiente por dilucidar qué tanto se sumergió en las aguas turbias del poder, a veces sangre, a veces estiercol.

A diferencia de otros secretarios de Gobierno, fue temido hasta por Juan Millán Lizárraga, el gran maestro de la tenebra palaciega. Existen muchos episodios en los que Vargas Landeros y el exgobernador coincidieron sobre todo en la etapa de creación del experimento político llamado Malova, sin embargo, una vez que el Grupo Mochis tomó el control, los desencuentros predominaron. Si algo dibuja esta relación con exceso de claridad es cómo Millán simuló apoyar el proyecto sucesorio del trébol de cuatro hojas y fue el primero en declararse contento porque Vargas no fue el candidato del PRI a gobernador.

asesinan humberto

La muerte de Humberto Millán no cabe en la alforja del olvido.

Vargas Landeros no empezó con el pie derecho ni transitó el sexenio con la suerte que alude dicha metáfora. Al echarse sobre su espalda los conflictos más fuertes ocurridos en el periodo 2011-2016, también cinceló un epitafio lóbrego. Pesa sobre él la impunidad en que fueron cometidos crímenes con aparente móvil político, desde que asesinaron a Luis Pérez Hernández y Humberto Millán Salazar, en el primer año del malovato, hasta la inmolación de Atilano Román, el líder de los desalojados en Picachos, en la segunda mitad del sexenio.

El tema de seguridad pública, losa que inevitablemente aplasta a quien gobierne en Sinaloa, constituye un fracaso más agregado a Gerardo Vargas, el político que buscó y tuvo el dominio pleno de Sinaloa, fuerza que a la postre acabó siendo su tumba política como consecuencia obvia de haber desempeñado el rol de apagafuegos para que el gobernador saliera ileso de las llamas que incendian a Sinaloa. ¿Qué parte de la barbarie de los más de 7 mil muertos le toca a este funcionario?

La obra política representa otro cargo de conciencia a quien tuvo la oportunidad histórica —es obligación primaria de un secretario general de Gobierno— para dotar a Sinaloa de leyes que armonicen la convivencia social y rescaten la fe en las instituciones. A pesar de los avances forzados por la presión ciudadana, la era Malova marcó un retroceso de materia de transparencia, rendición de cuentas, combate a la corrupción, derechos humanos y estado de derecho en general. Es imposible a estas alturas tapar la gran cloaca que desborda a lo largo y ancho de Sinaloa.

¿Qué no se ha dicho, qué no se ha pensado y qué falta por saber sobre Gerardo Vargas? ¿A qué grado está dispuesto a llegar para asumir las culpas del gobierno de Malova? ¿Seguirá poniendo el lomo para atemperarle los golpes al gobernador en el final anticipado y el juicio social que viene? ¿Qué piezas negras del dominó de la transición moverá para salir indemne él y su líder? Quien sabe.

Lo único cierto es que del primero de enero de 2011 a la fecha Sinaloa es un desafío permanente a la capacidad de asombro. Cada día hemos despertado sintiéndonos al límite del pasmo y la siguiente mañana otra extrañeza nos sacude. Entonces esperemos más sobresaltos.

Re-verso

Entre políticos bien calcule,

Ser amigo es incorrecto;

Se le acaba el agua al bule,

Y también acaba el afecto.

 

Voto de confianza

Sin ser parte ni rehén de un grupo político en específico y si se lo permiten y le ayudan aquellos que desde diferentes sectores e intereses operaron para que fuera candidato y ganara la elección, a Quirino Ordaz Coppel se le facilitará integrar un equipo de gobierno al margen de cuotas y cuates y llamar a los mejores perfiles que puedan, quieran y posean los arrestos para dar resultados en cuatro ejes específicos: transparencia, impulso económico, seguridad pública y desarrollo social.  Esperanza e ingenuidad tal vez, pero es lo único que nos queda.