Admito que ni quise tomarme la molestia de dedicar más de cuarenta minutos para ver la entrevista a Rafael Caro Quintero, que emitió la revista Proceso; con los pequeños avances que me llegaron en redes, tuve suficiente para formarme una opinión sobre la exclusiva: pura paja, mucho ruido y nulas nueces. Pero ese no es el punto.

Ya va para veinte años, que aquí en Culiacán cayó un operativo federal y militar contra supuestas empresas del mayo Zambada, entre ellas algunas a nombre de quien, hasta donde se decía, eran propiedad de su esposa.

Y va resultando que no.

Ante el aseguramiento de las empresas a su nombre, la señora recurrió a documentación oficial que ya obraba en poder de las autoridades, pues ellas mismas las habían expedido, más concretamente una acta de divorcio expedida aproximadamente diez años antes de la intervención federal, es decir que las eminencias grises de PGR, Ejército, Gobernación y vayan ustedes a saber cuántas dependencias más, no estaban enterados de la disolución del matrimonio, por lo que a la exesposa no se le podía acusar de nada que tuviera relación con el inculpado: nadie se había tomado la molestia de revisar en sus propios archivos el estado civil de quienes eran los objetivos de la investigación.

proceso caro portada

En su momento, un grupo de amigos reunidos frente al mar, en la playa de El Tambor (Enrique Gil Vargas, Guadalupe Robles, Arturo Soto y un servidor), ante los hechos comentábamos la terrible realidad: el narcotráfico conocía y usaba mejor que el Estado, las herramientas que el propio Estado tenía para combatirlos.

Según veo, no sólo en eso han aprendido y mejorado los perseguidos por la autoridad, sospecho que durante su prolongada estancia en la cárcel Rafael Caro se graduó en comunicación, periodismo o mínimo campeón de oratoria, porque hasta como estratega en comunicación política le está dando el quince y las malas al gobierno de Peña, de hecho debo hablar en plural, pues no olvidemos la entrevista de Scherer al propio Zambada hace alrededor de un sexenio.

Dos paisanos nuestros han puesto muy en alto el nombre de Sinaloa, al lograr en dos ocasiones dar de comer en la mano a uno de los medios de comunicación más críticos y profesionales de Latinoamérica, sacándoles entrevistas a modo que con toda seguridad les fueron muy útiles para quién sabe qué fines. Dichosos ellos, que cuando decidan cambiar de giro ya tienen chamba segura: en el 2018 el PRI va a necesitar de cualquier talento disponible. Les va a urgir.

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