No queda en este país un mexicano que aún espere un acto digno o inteligente de parte de Enrique Peña Nieto. Y de ahí pa’bajo.

A ustedes les consta: soy enemigo de andar reproduciendo textos de otros articulistas y de otros medios de comunicación, pero lo que acabo de encontrar este lunes en la edición digital de El Financiero, como parte de la columna LPO (La Política Online), fechada apenas el día tres de este mes de diciembre, merece ser rescatado y compartido en su mayor parte, por la importancia y trascendencia que puede tener en el futuro cercano. Muy cercano. Aquí les va:

El martes de la semana que comienza habrá una cita para pocos en el despacho de Alonso Aguilar Zínser, abogado estrella famoso por defender a políticos encumbrados del PRI que luego son perseguidos por la autoridad. Su cliente de mayor renombre de los últimos tiempos es el exgobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina. La junta tiene como meta ofrecer algunas precisiones sobre algunos movimientos que están ocurriendo en Estados Unidos y que comienzan a generar alguna inquietud. La reactivación del caso del exgobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, encendió luces de alarma e instaló una preocupación entre ex mandatarios estatales: la narrativa antimexicana de Donald Trump incluye que el FBI tenga cada vez más herramientas para investigar los fondos ingresados al circuito bancario estadounidense desde México y especialmente aquellos que estén relacionados a la política. En junio el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y el FBI anunciaron tener un archivo abierto sobre posibles actos de corrupción por parte del gobernador de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo. Casos similares podrían afrontar exgobernadores como Medina o Egidio Torre. Para Trump va a ser un problema interno deportar a familias que viven en EU pero también es cierto que va a construir un enorme capital social si emprende acciones contra los delitos de cuello blanco que tengan que ver con mexicanos. Yarrington podría ser solo el principio.

Hasta aquí lo más sobresaliente del artículo.

Antes de comenzar a tirar cohetes, por la posibilidad de que sean los Estados Unidos quienes vengan a resolvernos nuestros problemas de corrupción, que nosotros no hemos podido ni sabido enfrentar correctamente, debemos tomar en cuenta que puede ser una estrategia para forzar al Gobierno mexicano a pagar la construcción del muro, doblar las manos en una renegociación del TLC, y usted agréguele lo que guste porque, supongo yo, no queda en este país un mexicano que aún espere un acto digno o inteligente de parte de Enrique Peña Nieto. Y de ahí pa’bajo.

En más de una ocasión he sostenido en este espacio, en el programa radiofónico La Feria y en la tertulia de El Miradero, que la única institución pública que desde hace unos pocos años ha actuado con seriedad contra la corrupción de la clase política mexicana es… el Gobierno de Estados Unidos; asimismo he anunciado que cualquier día de estos, nos desayunaremos con la noticia de que un grupo aerotransportado de marines entró a territorio mexicano para llevarse detenido a un exgobernador, o a un gobernador en funciones, o a un expresidente, o a un presidente en funciones… como ya lo hicieron en Panamá con Noriega. Sin embargo, lo confieso, es más fruto de mis deseos que de mis ideas: soy un convencido de que usarán los expedientes para hacerles “manita de cochi”, y tratándose de Peña Nieto no ocuparán usar mucha fuerza. Les va a entregar el país a cambio de impunidad, o sea que usted y yo nos veremos obligados a darlas a cambio de nada.

Merecido nos lo tenemos.

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