¿Quién no conoce a una Lupita?
Mínimo tres Lupitas, empezando por mi santa madre, me recuerdan cada 12 de diciembre porqué la Virgen de Guadalupe es tan importante para tantos mexicanos.
Símbolo de la evangelización de los pueblos indígenas en México, la Virgen Morena cuenta con millones de fervientes seguidores por todo el país y Sinaloa no es la excepción.
En Culiacán, la celebración a la Virgen de Guadalupe tiene su sede en el templo de Nuestra Señora de Guadalupe (o La Lomita, para los locales); y el hecho de que haya quienes crean que en el cerro donde ahora se erige el templo estuvo un centro ceremonial Prehispánico es un significativo detalle que, una vez más, nos recuerda cómo la figura de la virgen fungió como una amalgama para la evangelización de los pueblos indígenas en la entonces Nueva España, a tan solo 10 años de su fundación en 1521.
En este cerro, desde donde nace la principal avenida de Culiacán, cada año se reúnen miles de culichis que lo mismo pueden llegar desde unas cuantas cuadras en la colonia Guadalupe, hasta provenir desde rancherías lejanas como Tepuche o Jesús María. Todo para, puntuales a la media noche, agradecer los milagros concedidos a la virgen y ya de paso cantarle Las Mañanitas.
Pero la historia empieza horas antes cuando la avenida Álvaro Obregón es resguardada por elementos de seguridad para dar el paso a los transeúntes que, en grandes grupos y a pie, avanzan sin descanso con la emoción de llevar sus ofrendas a la virgencita.
Pero lograrlo tampoco es tarea fácil para los feligreses, pues antes de poder llegar al altar del templo, se tienen que sortear diversos obstáculos como subir los 144 escalones de La Lomita (de rodillas si tu fe alcanza para eso), sortear la multitud en la explanada mientras intentas distinguir qué canción interpreta cada una de las 5 bandas que tocan al unísono y avanzar a paso lento por la nave central de la iglesia literalmente atiborrada de creyentes mientras la voz piadosa de una mujer te pide “por favor no suelten a sus hijos”.
Pero una vez que ya lograste entregar tus ofrendas a la Virgen Morena, la liturgia se convierte en fiesta de pueblo.
Esa noche en el templo se acompañan los festejos de prácticamente todos los elementos del folclor mexicano: juegos mecánicos, antojitos, venta de imágenes religiosas, mariachi, banda, ofrendas y una kermés de voluntarios que incluso ha creado una moneda propia que solo vale para los locales manejados por el grupo. Una economía de kermés para que hagas doble fila.
Esto es lo bonito de las tradiciones religiosas del catolicismo. Excluyendo el alcohol, el festejo de la Virgen de Guadalupe te ofrece desde juegos mecánicos y venta de baratijas de verbena, hasta comerte un algodón de azúcar, menudo, tostadas e incluso sushi porque, queramos o no, este ya es también un platillo típico del folclor culichi.
Ni hablar de la clásica foto familiar con el “burrito sabanero”, esa que miles de culichis primogénitos tenemos de cuando éramos bebés y nuestros padres primerizos decidieron que era buena idea pintarte bigote con marcador permanente, vestirte de pana y sacarte a la intemperie a altas horas de la noche para al final llevarte en hombros desconcertado, agotado y en pocas palabras con cara de berrinche.
Me tocó ver esta escena por decenas mientras el señor Lucio, quien se ha dedicado a tomar estas fotografías por alrededor de 30 años, me contaba cómo antes el número de fotógrafos era de prácticamente el doble y entre todos alcanzaban a colocarse en la explanada del templo. Luego, ante lo monumental de la celebración, fueron sacados a las calles aledañas, pero de a 30, 40 o incluso a 60 pesos por foto, la tradición de los Juan Dieguitos sigue muy viva.
Toda esta parafernalia nos habla también de cómo el arraigo a la figura de la Virgen de Guadalupe es un fuerte referente de la identidad religiosa del pueblo mexicano. Los mexicanos somos guadalupanos y para muestra ahí está La Rosa de Guadalupe, queramos o no, uno de los pocos productos de Televisa que ha logrado sobrevivir y adaptarse a la nueva dinámica de los medios de comunicación. ¿Habrá hecho la virgencita su milagrito para esto? Quién sabe.
Lo cierto es que la Virgen de Guadalupe es la imagen con la tradición católica más importante y con mayor culto en México y la celebración de su cumpleaños uno de los más grandes derroches de orgullo y poder para la iglesia Católica mexicana.
Si no pregúntenle a monseñor Manuel Silva Rodríguez, que durante la noche del lunes no dejó de bendecir a diestra y siniestra e incluso de dos en dos a quienes se acercaban a altar de La Lomita, y que horas después observó airosamente cómo los feligreses sentían en cuerpo y alma las bendiciones de la Virgen Morena al tiempo que el mariachi le dedicaba una emotiva serenata.
Por todo esto y por todas las bendiciones recibidas, a 486 años de su aparición en el cerro del Tepeyac, la Virgen de Guadalupe sigue siendo considerada la patrona de los mexicanos.
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