Opinión

Surrealismo crudo | Antes de terminar el año, recuerda que…

Llegó la fiesta navideña precedida de esas otras fiestas regadas a lo largo del mes. Se acaba el 2017 y las reflexiones se ponen a la orden del día en las cabezas que voltean a ver lo recién vivido en plan de balance. Hayas tenido cualquier tipo de año en tu escala personal de lo […]

Llegó la fiesta navideña precedida de esas otras fiestas regadas a lo largo del mes. Se acaba el 2017 y las reflexiones se ponen a la orden del día en las cabezas que voltean a ver lo recién vivido en plan de balance. Hayas tenido cualquier tipo de año en tu escala personal de lo bueno y malo, vale la pena tomar un detalle en cuenta.

Damos por hecho tanto de lo que existe en este momento que resulta fácil, casi automático, dejarse ir en la corriente de dinámicas habituales en diciembre. Rara vez nos detenemos a pensar en la fortuna de encontrarnos a los que andaban fuera de la ciudad, de morder la mandarina y degustar ese jugo que hoy está más cerca que nunca de la miel, de ir a la vinatería por la botella, a la tienda por el regalo, a la casa de la suegra para ver a la persona que nos deslumbra. Suerte la de oír el ruido del envoltorio que se rompe, las ráfagas de los cuetes chanateros, las lucecitas con musiquita en la sala de la abuela y la anécdota del primo maniaco.

El vértigo de la rutina distrae lo suficiente y se nos pueden pasar de largo no solo esos fragmentos de la realidad indispensables para sentir el alma en plenitud, sino el mensaje de amor por nuestros semejantes que nos fue dado a través de la vida de un ser que cambió al mundo que lo conoció. Un hombre que enfrentó duras pruebas en el camino, pero al final demostró de qué estaba hecho su espíritu, de quién era hijo. La más grande hazaña realizada en nombre de la humanidad tiene su rostro tatuado en los corazones de quienes le tuvieron fe.

Porque al principio tendría que haber sido difícil entenderlo, creer en él, sobre todo al haber nacido en medio de una sociedad tan convulsa. Asesinatos, injusticia, hambre, extorsión. ¿Cómo era posible que, encima de todo, alguien viniera a desafiar las leyes de la física con su cuerpo? Una concepción nueva de la realidad estaba a la vista del mundo. La gente de su tiempo habría tenido miles de dudas antes de aceptarlo. Sin embargo, la gente necesitaba una salvación. La necesita incluso el día de hoy.

Por eso, o tal vez no, es pertinente recordar en este momento al ser que fue enviado a la Tierra con una misión de paz. Que murió para salvar a la humanidad y resucitó para luchar contra Steppenwolf, el supervillano en la película de La Liga de la Justicia. Ese fue Superman, un personaje que por alguna razón convence poco en su última adaptación fílmica. Ben Affleck, en cambio, hace un buen Batman. Lo mejor, Wonder Woman y Flash. La película, regular.

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