Sergio Ramírez Rivera, presidente del Colegio de Criminólogos, Victimólogos, Criminalistas y Forenses de Sinaloa, A. C., presenta sus reflexiones sobre la ingobernabilidad acechante, pero más como la oportunidad para dirigir la atención de los representantes de las instituciones del Estado hacia la importancia y  significancia del buen gobierno.

En la pasada administración estatal, puede llegar a afirmarse sin lugar a dudas, Sinaloa vivió bajo un franco desgobierno que lo mismo alcanzó a resquebrajar el orden institucional propiciado por la frivolidad que fuera por demás notoria de los responsables de la gobernación, que igual por las prácticas de corrupción por demás conocidas y el debilitamiento de las instituciones y el relajamiento de los mecanismos de control social.

Así, se recordará, tal situación llegó a propiciar a “ojos vistas”, la generación de condiciones emergentes de ingobernabilidad en el estado, agudizadas por la proliferación de ambientes de crecientes violencias e inseguridades, producto del aumento de la criminalidad y de miles de asesinatos sin resolver, de desapariciones forzadas, robo de vehículos y demás delitos de alto impacto y del fuero común en toda la entidad.

En la actualidad, la masa ciudadana día con día no solo viene haciéndose cargo de la criminalidad ya de por sí grave, sino también de la perpetuante impunidad en más del 90% de los homicidios dolosos. Es decir, de 10 asesinatos que se cometen, más de 9 personas victimizadas con sus respectivas familias han sufrido el estado de indefensión social, producto de la impunidad prevaleciente.

Es una realidad que, vale decirlo, exhibe innegablemente el fracaso de la procuración de justicia de los pasados regímenes estatales y amenaza con tener continuidad hasta nuestros días, gracias a la pervivencia de las incapacidades e ineficiencias de las instituciones, lo mismo que a la ausencia estratégica y a otros factores de incongruencia entre el discurso oficial y los hechos, lo mismo que a la falta de priorización e instrumentación de líneas de intervención para la prevención e investigación del delito.

En Sinaloa, desgraciadamente, no sólo se llega a transgredir y a violentar las leyes con el consecuente rompimiento del estado de derecho, en tanto por “unos como por otros”, que interactúan lo mismo dentro que fuera del marco de las instituciones, frente a autoridades estatales que niegan y/o minimizan la criminalidad y las condiciones de inseguridad e ingobernabilidad que tercamente se manifiestan en la realidad cotidiana de todos los días.

Se trata de  situaciones y ambientes que en menor o mayor grado se encuentran aún vigentes, dado el soslayo que los mismos representantes de las instituciones del estado hacen, al pretender no reconocer las condiciones de quebrantamiento estructural y de ingobernabilidad en que quedaron las instituciones del estado al término del pasado desgobierno malovista.

Sin embargo, puede afirmarse que todavía prevalecen en sus efectos y en sus consecuencias las condiciones que innegablemente se reflejan en continuo, dada la pervivencia hasta nuestros días de la crisis de credibilidad y el debilitamiento de las instituciones.

Para ilustrar lo anterior resulta oportuno recuperar lo que al respecto el ilustre filósofo e investigador de la ciencia política, Charles Louis de Secondat, Señor de la  Brède y Barón de Montesquieu, refiere para argumentar las significantes posibles de las condiciones emergentes de ingobernabilidad por causas estructurales.

Explica cómo la corrupción de los gobiernos lleva al debilitamiento de las instituciones y el consecuente quebrantamiento estructural del estado: “…cuando un gobierno se transforma por la perversión de su naturaleza y su principio, es que ha degenerado como gobierno en sí. De esta forma y tratándose de regímenes democráticos degradados por la corrupción de su naturaleza y principio, es que éstos…, gobiernan menos! Pero además ¡suelen hacerlo deficientemente…!”

Aclaro que para lograr entender tal tesis, antes se deben comprender los significantes a propósito de estructura y el principio del Gobierno. La estructura significa el número de depositarios de la soberanía, “es lo que lo hace ser”. El principio se refiere a las pasiones humanas, es “lo que lo hace obrar”. Si un Gobierno deja de ser y obrar de un modo determinado.., y es y se comporta en otra forma distinta, dejó de ser lo que era y hacer lo que obraba”. (“El Espíritu de las leyes”, Montesquieu 1689-1755).

Por otra parte, la ingobernabilidad no sólo apunta a que el gobernante se encuentre en la incapacidad de no poder corresponder a los legítimos requerimientos y necesidades de los gobernados, sino a que acuse una franca crisis de gestión del sistema, tanto de la administración como de la propia gobernación, lo mismo que el franco distanciamiento de la masa gobernada y consecuentemente, de la consabida legitimización social y política.

Esta última condición aún no la ostenta el actual titular del Poder Ejecutivo Estatal, mucho menos los integrantes del Poder Legislativo en su conjunto, debido a que no han merecido la gracia y respaldo y de la masa gobernada, fundamento cuyo significante esencial es ser soporte de gobernabilidad democrática.

Para reafirmar lo anterior, el jurista y politólogo Gustavo Adolfo Vargas, al argumentar sobre la ingobernabilidad, comienza por explicar que “una democracia es tanto más fuerte cuando más organizada está, y el aumento de la participación política debe ir acompañada por una institucionalización (legitimación y aceptación) de los procedimientos y organizaciones políticas”.

“Si por el contrario disminuye la autoridad política se tiene como consecuencia la ingobernabilidad del sistema. La disminución de confianza de los ciudadanos respecto a las instituciones de gobierno y la falta de credibilidad en los gobernantes provocan automáticamente una disminución de las capacidades de estos últimos para afrontar los problemas, en un círculo vicioso que puede definirse como la espiral de la ingobernabilidad…”

La ingobernabilidad en Sinaloa se aprecia no sólo por las insuficiencias en la gobernación y la gestión pública, y por la alta criminalidad sin resolver; sino además por las marcadas condiciones de desigualdad social y económica prevaleciente, lo que se puede ver reflejado en emergentes expresiones de marginación, discriminación y exclusión social, las que se reproducen día con día en todo espacio de socialización.

De igual manera las condiciones de ingobernabilidad llegan a observarse en los ambientes de violencias e inseguridades imperantes a lo largo de la Sierra Madre Occidental, con mayor frecuencia del centro norte, centro y sur de la entidad, donde imperan bandas de criminales responsables de extorsiones, cierre de numerosas e importantes empresas mineras, desapariciones forzadas, torturas, ejecuciones y crímenes de los habitantes de esas regiones.

Son hechos que, dadas las amenazas en contra de sus propias vidas y patrimonios, han provocado en consecuencia la expulsión y desplazamiento de numerosas familias y comunidades, que se puede decir, perduran hasta la fecha.

Otras características de ingobernabilidad se pueden observar en el grado de incertidumbre social que hasta nuestros días viene provocando la insuficiencia e incertidumbre en los empleos, la precariedad de los ingresos por los bajos sueldos y salarios (Sinaloa es el estado donde existen los salarios más bajos de todo el país); la pérdida progresiva del poder adquisitivo frente a la galopante alza de precios en los alimentos y demás productos de primera necesidad y el incremento del transporte urbano, etc.

La inseguridad y angustia que provoca la inestabilidad de la economía doméstica no sólo en el presente, sino por los riesgos posibles que contraiga el futuro inmediato, le ha significado a la mayoría de la población caer en una creciente pérdida de confianza ciudadana hacia las instituciones y consecuentemente en estadios de una progresiva anomia social.

Por último, las presentes reflexiones sobre la ingobernabilidad son la oportunidad para dirigir la atención de los representantes de las instituciones del estado, a la importancia de la  significancia del buen gobierno, ya que el hecho de tomar decisiones alejadas de la realidad social, económica y política, no hace más que reafirmar la disociación entre los intereses del gobernante, de grupo y/o de partidos, de frente y en contrapunto a los intereses de los gobernados.

Ello implicaría un claro desentendimiento de quien ostenta la titularidad del Poder Ejecutivo y los “cobradores de las dietas” que no representantes populares, porque se alejan y se distancian cada vez más del cumplimiento de sus deberes democráticos para con la masa gobernada.

Y tal situación, como se puede ver, en ningún sentido ayuda al gobernante en la construcción de consensos y su legitimación social y política. Más bien, con la toma de decisiones unilaterales que han distinguido al régimen actual, se corren los riesgos de ir configurándose las características propias de los gobiernos autocráticos y totalitarios.

[email protected]