La celebración del Día del Niño en México se lleva a cabo cada 30 de abril y aunque muchos lo asocian con divertidos festejos llenos de colores, dulces y música, este día tiene un significado y un pasado no tan festivo como el que parece.

Es importante recordar que en muchas regiones de Latinoamérica, desde la colonia y hasta inicios del siglo XXI, a los niños de este país ninguna ley los protegía, siendo considerados como seres inferiores a los adultos y en ocasiones como propiedad de sus padres. Entre las clases más bajas era un hábito común venderlos para trabajar como sirvientes en casas de personas acaudaladas, privándolos de derechos y dejando de lado la idea de que son seres vulnerables que necesitaban de atenciones o cuidados especiales.

Con el fin de la Primera Guerra Mundial, suceso en el que murieron aproximadamente 31 millones de personas, entre ellos una cantidad alarmante de menores, muchos activistas de todo el mundo replantearon la idea de los derechos de los niños. Entre ellas se encontraba la notable figura de Eglantyne Jeeb, fundadora de la organización Save The Children, que empezó a abogar sobre los efectos negativos de los conflictos bélicos en la sociedad y en especial en los niños.

Posteriormente Jeeb, con ayuda del Comité Internacional de la Cruz Roja, impulsaron la primera Declaración de los Derechos de los Niños. Fue así que en 1924, durante la Convención de Ginebra se emitió la Declaración de los Derechos de los Niños. El primer documento internacional que reconocía a los infantes y a las responsabilidades de los adultos con ellos.

Con el suceso dado en la Convención de Ginebra, el interés por atender las necesidades de la niñez hizo eco en varios países del mundo. En México el entonces presidente Álvaro Obregón se sumó al acuerdo y destinó el 30 de abril para conmemorar oficialmente el Día del Niño.

PARA SABER:

Con la violación del acuerdo, luego del Holocausto de la Segunda Guerra Mundial y la posterior creación de la ONU, que dio vida a la UNICEF, el 20 de noviembre de 1959 se aprobó una nueva Declaración de los Derechos del Niño, con más principios para su cuidado, que los propuestos en 1924, de manera que se estableció el 20 de noviembre como el Día Universal de Día del Niño y se sugirió que cada país tuviera su propio día para festejar a los pequeños.

Es así como un pasado nada prometedor para los niños del mundo y diversos conflictos sociales que involucran a la guerra, la hambruna, los abusos y la violación de los derechos dio vida a una de las celebraciones más entrañables de la sociedad mexicana, que ha convertido el sombrío pasado de esta conmemoración en un colorido festejo, adornado con globos, serpentinas y pastel.