No importa cuántas personas asistan a la reunión o cuánto comamos en la cena de Navidad, siempre quedará un poco en las cacerolas para dar vida a un clásico de la temporada decembrina: el recalentado.
Lo que en realidad suele ser un misterio es por qué el recalentado llega a tener un mejor sabor que la comida recién preparada que cenamos una noche anterior. Muchas personas piensan que la resaca hace que nuestro paladar deguste mejor los alimentos, o que es porque en la cena de Navidad probamos tantas cosas que terminamos por perderle el gusto al platillo principal.
Lo cierto es que existe una respuesta química a la cuestión planteada sobre el recalentado. Se debe a que por lo regular las cenas navideñas tienen como plato fuerte carnes reposadas o marinadas en vinos y jugos de frutas.
Al guardar los alimentos ya marinados y horneados, en recipientes sellados de metal o plástico se produce una serie de reacciones químicas que alteran de manera dócil el sabor del platillo. No se trata de un cambio drástico, de cierto modo se acentúa el sabor de los alimentos cuando se genera una costra que los recubre y guarda el sabor original, elevado por así decirlo, a un segundo nivel.
Es importante resaltar que los alimentos deben almacenarse de una manera prudente y en recipientes indicados para que no corran el riesgo de perecer y para que este proceso se lleve a cabo de manera satisfactoria.
Sin duda el recalentado es otra excusa que tenemos los mexicanos para seguir con la fiesta y reunirnos con nuestros seres queridos, ahora ya tienes la respuesta a uno de los grandes mitos del 25 de diciembre, fecha en que festejamos la Navidad y el Día Internacional del Recalentado.
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