En el jarrito de barro escarchado con chile en polvo se observa el líquido color café, los hielos incitan a probar la bebida refrescante, con una fermentación perfecta que apenas llega al 1.5 por ciento de alcohol. El sabor es dulce y penetrante, como si se tratara de un aguapanela macerada con piña, este brebaje forma parte de un legado gastronómico prehispánico, lo que llamó la atención de José Enrique Rivera Soto, quien decidió producirlo.

La botella es sobria, color oscuro, en la etiqueta se comunica el tipo de bebida y la marca que la distribuye, “Real Imperial – Tepache Milenario”, no es la presentación habitual en botellón de plástico o en barrica, pero se trata del Tepache, popular bebida mexicana que en la actualidad es común que se realice a base de piña, aunque no siempre fue así, ya que su nombre proviene del náhuatl “tepatli” que significa bebida de maíz, porque en sus orígenes ese era el producto con que se elaboraba.

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Enrique cuenta que comenzó a estudiar la bebida, hacía pruebas y probaba errores en la cochera de su casa, al principio la vendía en galones de plástico, con el tiempo, logró darle valor agregado y comercializarla embotellada. Tenía la experiencia de una empresa que decidió incursionar en la producción del sake en México para la cual trabajó. Recuerda que lo mandaron a Japón conocer el perfil de la bebida y estudiar la elaboración del producto, por lo que decidió hacer lo mismo con el Tepache y acudió a las tepacherías más antiguas de México para conocer todos los procesos, origen y experiencia.

“Nosotros producimos y comercializamos el tepache envasado, nos consideramos pioneros en este envasado del producto. La idea básicamente surge por esa necesidad de poder encontrar el producto envasado, dado que en el mercado solamente lo encontramos de una manera muy artesanal”.

“Lo que queríamos hacer era probar el mercado, saber ¿qué opinaba?, ¿qué le gustaba?, ¿qué comentarios tenía? Todo ese tipo de cosas. Así fue como se inició, con el tiempo fuimos mejorando, perfeccionando, trabajando, llenándonos más de conocimiento hasta poder llegar a este resultado que es el tepache ya envasado, que tiene una vida útil más larga”, detalla Enrique.
El director y fundador de la marca Real Imperial explica que en la empresa que dirige, manualidades líquidas, tienen proyectado a corto plazo enlatar el producto, pero el plan actual es consolidar la distribución del Tepache, ya tienen presencia en Sinaloa, Oaxaca, Guadalajara y Cancún; también distribuyen a través de Mercado Libre; por membresía directa a través de su Fanpage; y en algunos restaurantes locales.

De mediano a largo plazo la idea es producir y embotellar bebidas que son populares y tradicionales en México pero que se encuentran infravaloradas, así como el Pozol, el Tejuino, la Tuba, y la Lechuguilla, especializarse en el nicho de bebidas mexicanas fermentadas, por eso es que eligieron ese nombre para la marca.

“Es un juego vamos a decirlo de palabras, real viene de realeza, de que es auténtico, natural; imperial viene también de las raíces de la bebida, de la cultura del imperio azteca y del imperio mexica, entonces al combinarlo nos da Real Imperial”.

“Buscamos que Real Imperial se consolide como una marca a nivel nacional en donde se especializan en bebidas mexicanas, que la gente identifique a Real Imperial como, ‘nos sentimos muy orgullosos de nuestras tradiciones’, y queremos enfocarnos básicamente en eso, en revitalizar bebidas mexicanas, no queremos quedarnos nada más en un tepache envasado”, detalla.
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Enrique Rivera piensa que emprender es una carrera de resistencia, pues no se trata de un proceso fácil. En su caso, considera que su éxito está construcción, ya que el producto es aceptado y se canalizó con los expertos en el tema para conseguir que la vida útil del tepache fuera mayor, logró conseguir que el producto embotellado dure más de un año en refrigeración y alrededor de unos siete meses a una temperatura ambiente, sin colorantes, sin aditivos o conservadores, con todo un proceso meramente natural.

Ha ido escalando poco a poco, de iniciar en la cochera y comercializar en galones de plástico escalonó a la producción en una bodega (prestada) y distribuir en botella, el siguiente escalón fue tener una planta productora propia, y ahora está por hacer el cuarto escalamiento que es adquirir una planta de mayor tamaño para distribuir suficiente producto para poder exportar al extranjero.

“Hay que saber medir y hay que saber cuándo hacer cambios, el mismo mercado te lo va pidiendo, hay que saber escuchar mucho eso, porque ellos tocan la campana y te van dictando”, refiere.
Dice que fue un reto salir al mercado con un producto que comúnmente se considera dirigido a un mercado popular, al embotellarlo y darle un cambio de presentación, con una etiqueta y una imagen diferente ha sido un cambio de chip, pero no ha sido fácil; además, por ser una bebida fermentada se genera la duda si es una bebida alcohólica o es una bebida refrescante, de modo que han tenido que ir educando al consumidor para que primero se atrevan a conocer el producto, que se atrevan a probarlo.

“Finalmente esto es una carrera de resistencia. Yo lo veo de esa manera, es qué tanto vas a resistir, qué tanto vas a aprender rápido y darle vuelta a la página”, describe.
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Enrique refiere que, en su experiencia, puede decir que cuando se comienza un emprendimiento desde cero, es necesario leer mucho sobre el emprendimiento, conocer el tema, saber que habrá muchos fracasos y que, si se incursiona en el negocio en la idea de tener tiempo o ser dueño de un negocio, no es el impulso adecuado.

“Si te estás metiendo al tema del emprendimiento porque quieres tener más tiempo, porque quieres ser dueño de tu negocio, NO, ni le mueves, no es por ahí. Hazlo porque te apasiona, hazlo porque crees en tú proyecto.
Conoce la metodología Lean Startup, que básicamente se centra en crear, medir y aprender. Una vez que pases de esa etapa, te recomendaría que el producto lo lances, no esperes que sea perfecto; nunca hay un momento perfecto, nunca hay un momento ideal, el momento perfecto es ahora porque entre más rápido lo hagas significa que más rápido vas a pasar la curva de aprendizaje”, recomienda.
Por último, Enrique reitera que el punto más importante es escuchar al mercado, porque es el que marcará la línea que se debe seguir, saber qué cambios se deben hacer al producto, no cegarse.