En la jerga económica existen diversos términos que, al tomar relevancia social por los vaivenes de los ciclos económicos, se vuelven (para siempre o momentáneamente) palabras de uso general.

Es así como el término ‘Capital Humano’ ha pasado de los estudios económicos y educativos a la cotidianeidad de empresas y personas en sus facetas de empresarios, empleados o trabajadores por cuenta propia.

A lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, diversos autores han planteado una relación directa entre el grado de preparación de una sociedad y su nivel de progreso en términos no solo económicos, sino también sociales.

Estudiado inicialmente por el economista estadounidense Theodore Schultz a mediados del siglo XX, la propuesta principal de esta teoría es la de dejar de ver a la educación como un gasto para tomarla en cuenta como una inversión; una apuesta que incrementaría su capacidad productiva y, por ende, la capacidad productiva y el desarrollo de sus comunidades.

Así, el tema del Capital Humano no solo es relevante para los individuos y las empresas, sino que también es un tema de análisis de las administraciones públicas en el sentido de que un impulso desde gobierno a los temas educativos, y de actualización y capacitación para el trabajo, es la mejor inversión que se puede hacer en una sociedad.

Las sociedades contemporáneas dependen del conocimiento y las destrezas de su población; es decir, su capital humano (…) Para los individuos representa una inversión en sus capacidades, las cuales, al aumentar su productividad, incrementan también sus ingresos personales. Para las sociedades representa una fuente de bienestar social y económico, es el motor del crecimiento”.
Gregory Elacqua, economista principal de la División de Educación en el Sector Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

En esta línea de ideas, organismos como el Banco Mundial entienden la importancia del desarrollo del Capital Humano como una herramienta de construcción de equidad y bienestar en las sociedades contemporáneas. El organismo internacional cuenta con un Proyecto de Capital Humano (PCH) al cual describen como “un esfuerzo mundial para contribuir a acelerar el aumento y la mejora de las inversiones en las personas, con el propósito de lograr más equidad y un crecimiento económico mayor”.

El documento 2020 Human Capital Index (Índice de Capital Humano 2020) del Grupo Banco Mundial demuestra que, antes del 2020 muchos países, sobre todo países de ingresos bajos, habían avanzado en la creación de capital humano en los niños. Sin embargo, lamenta el organismo, “la pandemia pone en peligro los avances en la creación de capital humano logrados a lo largo de una década”.

En este sentido, actualmente el Banco Mundial trabaja en coordinación con más de 40 países para generar propuestas que busquen acelerar las inversiones en este campo.

“El objetivo es avanzar rápidamente para lograr un mundo en que todos los niños lleguen a la escuela bien nutridos y en condiciones de aprender, que tengan la expectativa de alcanzar el aprendizaje real en el aula, y que puedan ingresar al mercado de trabajo como adultos sanos, cualificados y productivos”, indica el organismo.