Raquel Osuna decidió bautizar a su hija, organizó todo para celebrar con 100 personas, en el servicio de catering (alimentación) gastó en promedio poco menos de 30 mil pesos, incluyó snacks, bebidas, plato fuerte y postre. En paralelo, la Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado de Sinaloa, contrató servicio de catering para la producción de Televisa que grabó la novela Las Hijas de la Luna, en Mazatlán. Primero pagó por este servicio un anticipo de 487 mil 200 pesos, después, por el mismo servicio pagó 974 mil 749 pesos.

Así como estos gastos, existen muchos más ejercidos entre el 2017 al 2020 por la SECTUR, por un importe de 499 millones 97 mil 127 pesos con 27 centavos, justificados como programas y proyectos de inversión de fomento y promoción turística, con recursos obtenidos de la cuenta pública correspondiente al Impuesto Estatal sobre Servicios de Hospedaje.

“Eventos turísticos regionales, nacionales e internacionales; difusión del turismo para promover un mayor flujo de turistas y fomentar la atracción de inversiones que generen empleos y procuren el desarrollo regional y comunitario”, así es como el Gobierno del Estado clasifica los diversos gastos ejercidos.

El Impuesto sobre Servicios de Hospedaje en Sinaloa corresponde al 3 por ciento y se cobra directamente al turista en el momento que paga cada noche de hospedaje, es decir, el huésped es quien paga, considerando que la base del impuesto es neto sobre el servicio de hospedaje, sin tomar en cuenta los alimentos, bebidas y demás servicios consumidos durante la estancia y  antes del IVA.

Revista Espejo realizó esta investigación para comprender cómo se aplica en Sinaloa el dinero recaudado por el cobro del Impuesto Sobre Hospedaje y quiénes deciden en qué se emplea este gravamen, que desde su creación se ha movido entre reclamos de sospecha y desconfianza por parte de los empresarios hoteleros de la entidad.

¿Por qué se gasta esta contribución para costear el catering o la transportación de la producción de una novela de Televisa? ¿Quién determina cómo y en qué se gasta este recurso? ¿Realmente se fomenta o se promueve el turismo con estas acciones? ¿Cómo mide la Secretaría de Turismo que esas acciones de promoción se traducen en mayor afluencia de turistas a la entidad o en inversiones que generan empleo?

Los hallazgos dan cuenta que no existe ningún artículo en la Ley que regule el uso del recurso, es decir, no se delimita el gasto a ejercer por un servicio o producto ni existen tabuladores que determinen ¿cuánto gastar?, como máximo; que se deban cotizar al menos dos proveedores y comparar precios; que se especifique ¿qué acciones comprenden las categorías de promoción y fomento turístico?; o que se promueva el turismo de manera unánime en la entidad.

Se observó que la SECTUR no cuenta con una matriz adecuada de medición que permita cuantificar que el gasto ejercido se traduce en mayor inversión y empleo, así como en mayor afluencia de turistas. No se garantiza que el destino del impuesto al hospedaje sea únicamente al desarrollo del destino y a los productos turísticos. Además, durante la administración de Quirino Ordaz Coppel no se privilegió la transparencia y vigilancia de la aplicación de los recursos recaudados por este concepto.