Ciclismo: la movilidad del futuro
Tal vez el transporte del futuro no llegue en forma de autos voladores, sino en dos ruedas
Las ciudades se han vuelto un enorme problema para el bienestar humano. Desde que comenzó el éxodo del campo hacia los centros urbanos, se originó una concentración masiva de personas que buscan mejorar sus condiciones de vida y sus oportunidades… solo para encontrarse con escenarios adversos, saturados por la demanda de espacios y servicios, con un mercado inmobiliario en el que comprar una vivienda es una misión imposible, las horas del día se escapan atorados en el tráfico o en el transporte público. Algunas megalópolis en el mundo parecen acercarse a la simulación de Ciudad Planeta con escenarios impensables con miles de personas hacinadas en un solo edificio. Las ciudades se expanden, incrementando el área de la mancha urbana y reemplazando la naturaleza por fríos y oscuros bloques de asfalto y cemento. Esto sin mencionar la contaminación lumínica, auditiva y en el aire que respiramos día con día.
Vivir en la ciudad aumenta la probabilidad de padecer ansiedad y de contraer enfermedades crónicas; según un estudio de la revista Nature, de desarrollar ansiedad incrementa en 21% y de experimentar trastornos en el estado de ánimo en 39%. Sin embargo, seguimos viviendo en ellas y expandiéndolas. De hecho, se espera que hacia 2050 el 68% de la población habitará en ciudades. Esto se debe a la concentración de oportunidades laborales, comerciales, de servicios y comodidades que se integran en un mismo lugar. Durante la pandemia, llegamos a pensar que eso cambiaría con la posibilidad del trabajo remoto y esquemas híbridos que permitirían a las personas convertirse en nómadas digitales y laborar en sus empresas desde cualquier parte del mundo, lo cual ayudaría a desahogar a los gigantes urbanos. Tristemente, esto se volvió parte del aprendizaje que queremos olvidar mientras nos forzamos a recuperar una normalidad que nunca fue sostenible.
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A pesar del panorama que se vislumbra bastante negativo, cada vez somos más las personas que nos preocupamos por el medio ambiente y por coexistir de manera sustentable con la naturaleza, buscando vivir en lugar de seguir sobreviviendo. Buscamos construir ciudades más verdes, con integración de ecotecnologías y orientadas hacia el cronourbanismo. Tomará tiempo, pues el desarrollo urbano hasta ahora había sido centrado en el crecimiento económico y no en la sustentabilidad y el bienestar humano. Hasta que lo logremos, tenemos una aliada incondicional: la bicicleta, una alternativa de movilidad sostenible que promueve, no solo una mejora del medio ambiente al reducir la huella de carbono, sino de nuestra salud. De esta manera, el ciclismo puede ser parte elemental de las estrategias de planificación urbana para el presente y el futuro.
El ciclismo es una actividad física que puede ser realizada por personas de todas las edades y niveles de condición física. Es más que una forma de hacer ejercicio, también puede ser un medio de transporte que ahorra tiempo y dinero. Además, no contamina el aire ni produce ruido, lo que contribuye a la calidad del aire y la reducción de la contaminación sonora en las ciudades. No obstante, vivimos en urbes centradas en el automovilista en las que nos urge infraestructura adecuada y una transición de mentalidad, o seguiremos cometiendo incoherencias como conducir 30 minutos en coche para ir al gimnasio a dedicarle 40 minutos a pedalear en una bicicleta estática.
Poco a poco, vemos aparecer más y más ciclovías en el país, que son carriles exclusivos para garantizar una mayor seguridad y accesibilidad a los ciclistas y que puedan conectarse con los puntos más importantes de la ciudad. A la fecha, se contabilizan alrededor de 2 mil 700 kilómetros de vías ciclistas que nos han permitido transitar a modelos de transporte más diversos e incluyentes. Mientras más confianza tengan los ciclistas en el entorno y en la educación urbana de los conductores a su alrededor, más se atreverán a adoptar esta opción ecológica y limitar el uso del automóvil para trayectos más largos. Si bien la infraestructura no es todo, es un gran paso hacia la construcción de las ciudades que merecemos.
Imagina, de transportarnos constantemente en bicicleta, podríamos combatir el sedentarismo, la contaminación y el tráfico ¡al mismo tiempo! Pondríamos los cimientos para mejorar nuestra salud y la de nuestras ciudades, aprovechando de mejor manera nuestro tiempo. Existen en el mundo diversas iniciativas que fomentan esto, desde bicicletas públicas y ciclovías hasta dedicar cuadros enteros de las ciudades para uso exclusivo de ciclistas y, por supuesto, vehículos de emergencia. En México, no estamos tan adelantados en el tema; queda mucho por hacer. La Ciudad de México y Querétaro encabezan la lista de kilómetros de carriles exclusivos para uso ciclista, de acuerdo con el Índice de Ciclociudades, seguidos por León y Guadalajara. No obstante, son pocas las ciudades que lo han implementado.
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Al movernos en bicicleta, se puede experimentar la ciudad de una forma diferente, más cercana y auténtica. Además, el ciclismo es una alternativa ecológica y saludable que puede ser parte de una estrategia de planificación urbana sostenible basada en el cronourbanismo. Tal vez el transporte del futuro no llegue en forma de autos voladores, sino en dos ruedas. La creación de vías ciclistas seguras y accesibles, la promoción de la bicicleta como medio de transporte sostenible y la educación sobre sus beneficios pueden ayudar a fomentar su uso y mejorar la calidad de vida en las ciudades.
Así que, si todavía no lo has hecho, ¡anímate a subirte a la bicicleta y disfrutar de todos sus beneficios!



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