¿Crecimiento o decrecimiento económico?
No se trata de hacer que las economías dejen de crecer, se trata más bien de que se entienda que el crecimiento se tiene que dar sobre la base de comportamientos distintos
Ciudadanos, políticos y economistas vivimos al pendiente de las cifras del crecimiento económico. A través de la evolución del Producto Interno Bruto (PIB) de un país, una entidad o un municipio, estamos atentos a los indicadores que revelan qué tan tanto y qué tan rápido están creciendo las economías de cada región. Aunque no deberíamos, solemos interpretar el aumento del PIB como la señal de que estamos prosperando, de que vamos alcanzando condiciones para vivir mejor, o para vivir peor, cuando el PIB se estanca o retrocede. Desde la mitad del siglo pasado, el PIB es útil para que la macroeconomía cuente con una idea aproximada de la forma en la que evoluciona la actividad económica total, y el crecimiento económico se considera una condición necesaria, aunque no suficiente, para alcanzar el bienestar y el desarrollo económico.
Pero el gran problema es que el crecimiento económico tiene cada vez más graves consecuencias sobre el medio ambiente y provoca cada vez mayor desigualdad en la distribución de la riqueza. Además, el aumento de la producción de bienes y servicios ha conducido a un incremento irracional en el uso de los recursos naturales. El consumo de estos es mucho más rápido que la capacidad para regenerarlos, por lo que la reproducción de esta práctica podría provocar en pocos años su agotamiento. Por lo pronto, el crecimiento económico sin control es la causa principal de las sequías prolongadas, la deforestación, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de los recursos pesqueros, la contaminación de los océanos, la generación de residuos y el cambio climático.
Por eso, de frente a la búsqueda incesante del crecimiento económico, ha surgido la teoría del decrecimiento económico. ¿Qué es lo que plantea? ¿Cuándo surgió? ¿Quiénes son los principales teóricos? ¿Qué dicen sobre ella sus detractores? Esas y otras precisiones son las que abordaré en el resto de este análisis.
El concepto de decrecimiento es una corriente de pensamiento que propone la disminución regular y controlada de la producción, con la finalidad de establecer una nueva relación de equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza. Constituye una crítica al paradigma del crecimiento económico. De acuerdo con D’Alisa, Demaria y Kallis, editores del libro Decrecimiento: Vocabulario para una nueva era, el decrecimiento es un rechazo al espejismo del crecimiento y un llamamiento a favor de una repolitización del debate público, hoy colonizado por el lenguaje economicista. Decrecimiento es la hipótesis de que podamos “vivir bien con menos y en común”. Quienes comulgan con el decrecimiento económico pueden concebirlo y aceptarlo por razones diversas. Algunos, porque constatan que hay límites al crecimiento. Otros, porque consideran que estamos entrando en un período de estancamiento económico y que deberíamos encontrar vías para mantener la prosperidad sin crecimiento. Otros más, porque creen que una sociedad verdaderamente igualitaria solo puede ser aquella que se libere del capitalismo y su búsqueda insaciable de expansión.
Es importante saber que el decrecimiento tiene una parte ecológica y otra relacionada con la justicia social. La primera está asociada con la reducción del uso de los recursos y la energía (sobre todo en los países más ricos), mientras que la justicia social pretende generar las condiciones para reducir la desigualdad y posibilitar que la población tenga acceso a vidas largas y saludables.
Aunque se acepta que sobre el tema hay planteamientos valiosos previos, se suele reconocer que el matemático y economista Nicholas Georgescu-Roegen es el padre del decrecimiento. Georgescu publicó en 1971 el libro The Entropy Law and the Economic Process, en el que señala que el modelo económico neoclásico no tiene en cuenta el principio de degradación de la energía y la materia. Puede señalarse que el decrecimiento económico comenzó a popularizarse en los años noventa del siglo anterior, fundamentalmente en Francia, a partir de las aportaciones teóricas de Serge Latouche, Vincent Cheynet y François Schneider. A partir de entonces el concepto se ha extendido a la mayor parte de los países europeos, Estados Unidos e Hispanoamérica.
Como ha de suponerse, la teoría o el concepto de decrecimiento económico tiene muchos simpatizantes, pero también muchos detractores. Y es que no resulta fácil el impulso de las ideas que el decrecimiento pregona en una sociedad caracterizada por el consumismo desaforado y la obsesión por el enriquecimiento económico. Los millonarios son envidiados y el decrecimiento no plantea precisamente un discurso muy atractivo entre una población deslumbrada por el brillo de los grandes lujos. Se trata sin duda de una propuesta ideológica que exige hábitos austeros y unas altas dosis de solidaridad y empatía. No ayuda tampoco, el hecho de que el consumo compulsivo de bienes se haya erigido en una nueva religión para millones de personas de todo el mundo y esa adicción consumista, sumada al fundamentalismo financiero, sostiene un modelo económico que devora los recursos naturales (https://www.ideasimprescindibles.es/decrecimiento-economico-alternativa-real/).
Como una muestra de la desconfianza o la desinformación que existe alrededor de este concepto, permítanme compartirles que, hacia finales del año pasado, la ministra de Minas y Energía de Colombia levantó tremenda polémica al plantear que su país debería exigir a los otros países (sobre todo los más poderosos) que comenzaran a decrecer en sus modelos económicos. A muchos políticos y economistas les pareció que tal declaración constituía una amenaza contra el mercado y el crecimiento económico. Algunos de los calificativos que la propuesta mereció fueron que no era una propuesta científica, que no tenía bases empíricas, que se trataba de economía de ficción, que la verdadera economía se hace con modelos y cálculos, que se trataba de una propuesta que solo la defienden algunos profesores de Europa, y que no podría ser, porque sin crecimiento no podríamos sacar de la pobreza al 86 por ciento de la población que todavía vive en esas condiciones.
Pero resulta que, como bien lo dice Boris Salazar en la Revista razonpublica, la teoría del decrecimiento sí tiene bases científicas. Ya señalábamos que hace más de cincuenta años el economista Nicholas Georgescu-Roegen demostró que, en un mundo con recursos naturales finitos, el crecimiento económico indefinido es imposible. La capacidad de la tierra para sostener niveles crecientes de consumo, producción y explotación de recursos fósiles tiene un límite, el cual está definido por el acervo finito de recursos naturales. Es cuestión de tiempo saber cuándo llegaríamos a ese límite. El profesor Georgescu-Roegen examinó el mito del crecimiento económico indefinido a la luz de la segunda ley de la termodinámica. Lo hizo con modelos, con cálculos, con evidencia empírica, tal como lo exigen hoy algunos columnistas. No obstante, lo hizo con modelos, cálculos, y evidencia empírica distintos a los usados por la economía ortodoxa. Y, sobre todo, lo hizo con otros supuestos. Sólo de esta manera Georgescu-Roegen logró sacar a la economía del crecimiento de su ficción optimista. Sí, es una ficción pensar en un mundo sin restricciones materiales, cuando vivimos en un mundo donde la economía debe sobrevivir con recursos finitos (https://razonpublica.com/decrecimiento-economico-ciencia-utopia/).
No me alargo más, aunque hay mucho más que reflexionar sobre el tema. Solo les dejo los criterios básicos de la teoría del decrecimiento definidos por el economista francés Serge Latouche
- Reevaluar los valores individualistas y consumistas y sustituirlos por ideales de cooperación.
- Reconceptualizar el estilo de vida actual.
- Reestructurar los sistemas de producción y las relaciones sociales en función de una nueva escala de valores.
- Relocalizar. Es decir, reducir el impacto generado por el transporte intercontinental de mercancías y simplificar la gestión local de la producción.
- Redistribuir la riqueza.
- Reducir el consumo, simplificar el estilo de vida de los ciudadanos. El Decrecimiento apuesta por una vuelta a lo pequeño y a lo simple, a aquellas herramientas y técnicas adaptadas a las necesidades de uso, fáciles de entender, intercambiables y modificables.
- Reutilizar y reciclar. Esto es, alargar el tiempo de vida de los productos para evitar el despilfarro. Evitar el diseño de productos obsolescentes.
Como ven, quizá no haya que ir a los extremos. No se trata de hacer que las economías dejen de crecer, se trata más bien de que se entienda que el crecimiento se tiene que dar sobre la base de comportamientos distintos, en los que se preserve el cuidado de la naturaleza y la justicia social. Los detractores de la teoría argumentan que el crecimiento económico genera empleo, mejora la educación y la salud pública y proporciona, en definitiva, mejor calidad de vida. Esto es verdad, pero podemos intentar hacer las cosas de manera distinta, implementando nuevas formas de producir (producción de nuevas energías y nuevos materiales, producción de bienes sin el uso de energías fósiles y la aplicación de las nuevas energías al transporte, la producción de alimentos y la salud) y apostando por nuevas formas de convivir. Sí se trata de que la economía deje de crecer, pero la que deteriora el medio ambiente, la que está acabando con la biodiversidad, la que propicia el cambio climático. También se trata de que paremos la producción y el llamado consumo de prestigio o suntuario, el consumo innecesario y de lujos que es, por cierto, el que más contamina y acelera el cambio climático.
REFERENCIAS
- https://ovacen.com/teoria-del-decrecimiento/#:~:text=Cr%C3%ADticas%20recibidas-,Qu%C3%A9%20es%20la%20teor%C3%ADa%20del%20decrecimiento,consumo%20de%20bienes%20y%20energ%C3%ADa.
- https://www.economiasolidaria.org/recursos/biblioteca-decrecimiento-vayamos-menos/
- https://www.ideasimprescindibles.es/decrecimiento-economico-alternativa-real/
- https://razonpublica.com/decrecimiento-economico-ciencia-utopia/
- https://www.portafolio.co/economia/esto-explican-los-economistas-sobre-el-decrecimiento-economico-570480
- Giacomo D’Alisa, Federico Demaria y Giorgos Kallis (eds.) (2015). Decrecimiento. Vocabulario para una nueva era. Barcelona: Icaria


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