Reflexiones

Francisco Cuamea

Escasea, luego inunda: el agua también puede acabarse en Sinaloa

Quienes somos de la generación nacida a mediados de los 70 y que sigamos con vida en 2040 atestiguaremos un mundo en el que la lluvia será escasa. Como Generación X podremos decir que vimos la caída del Muro de Berlín, que jugamos en la calle, que vimos nacer el internet y la lluvia morir… si no hacemos algo hoy para remediarlo. El 22 de marzo es el Día Mundial del Agua

Parte 1 de 2

En la primaria nos enseñaron a varios de nosotras y nosotros que la humanidad dominó la naturaleza y que por ello pudo sobrevivir y desarrollar sociedades.

Que Sinaloa tiene 11 ríos, 12 grandes presas y un importante distrito de riego para el valle agrícola.   Hoy sabemos que no existió tal dominio, acuñado por el pensamiento clásico. Lo que hemos hecho es sobreexplotar los recursos ecosistémicos. Confundimos renovables con infinitos. Es el caso del agua, cuya tendencia es hacia la escasez por el calentamiento del clima y por la mala gestión que le damos.

Fuente: Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático, Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático. Gobierno de México.

Lo que apreciamos cíclico es statu quo. No es excepción es la nueva realidad: La temperatura aumenta, llueve menos, escasea el agua, la proveemos en pipas o botellas, y luego se precipita en pocas ocasiones, pero con mucha intensidad. Provoca inundaciones, deslaves y azolves. Alguien muere, lo lamentamos. Termina la temporada. Pasamos el invierno y de nuevo comenzamos.

En todo ese año, mientras tanto, no mejoramos nuestros procesos para captar más agua ni para reducir el desperdicio o para mitigar los impactos de las lluvias torrenciales o las sequías. Somos de cabeza dura.

Tenemos, pues, 2 problemas que resolver hablando del agua: mejorar su captación y administración en un entorno de menos lluvia y hacer resilientes a nuestras ciudades ante proyecciones de una cada vez mayor intensidad de agua precipitada. El 22 de marzo es el Día Mundial del Agua, una oportunidad para revisar nuestra relación sinaloense con este recurso que se agota.

Deshojando la disponibilidad de agua

Seguro vemos agua por todos lados, al menos en la entidad de los 11 ríos con una gran costa con el Océano Pacífico y el Mar de Cortés. Pero no todo lo que brilla es oro, ni todo lo que moja sirve para sobrevivir.

Aunque el planeta Tierra está compuesto de 70 por ciento de agua, no por ello significa que los humanos tenemos una gran abundancia del recurso. De ese total, sólo el 2.5 por ciento es agua dulce, que es la que necesitamos.

Y del total de agua dulce nos queda disponible menos del 1 por ciento para el consumo humano y de los propios ecosistemas. ¿Qué hacemos con ese casi 1 por ciento? Para el caso mexicano, se destina en un 76 por ciento al sector agrícola y ganadero, el 5 por ciento en uso industrial, otro 5 por ciento va a la generación de electricidad y el 14 por ciento restante es para uso doméstico y comercial.

Cada vez lloverá menos

Los seres humanos no producimos agua. Como dice el dicho, nos cae del cielo. Lo que hacemos, junto con la misma naturaleza, es capturar el agua de lluvia, distribuirla, usarla y finalmente llega al mar. En algunos casos la tratamos para reusarla. En todo ese correr va evaporándose para subir de nuevo al cielo.

Ciclo básico del agua el cual ha sido alterado tanto por la actividad humana como, por lo tanto, por la emergencia climática.

Antes que todo tiene que haber agua que capturar. En otras palabras tiene que llover, lo cual sucederá cada vez menos si no estabilizamos el clima.

“La disminución de la precipitación en el territorio nacional tendrá como efecto el aumento de la temperatura y evapotranspiración, ocasionando una menor disponibilidad de agua; tal condición llevará a mayores requerimientos del recurso y que se incremente su extracción, lo cual complicará aún más el panorama hídrico del país”, advierte el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua.

Las proyecciones de lluvia para las próximas décadas del Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático, del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, no son muy halagüeñas.

Por ejemplo, el escenario menos “apocalíptico” para Sinaloa indica que dentro de 17 años, es decir, en el corto plazo lloverá apenas el 0.4 por ciento de lo que actualmente se registra. Y la proyección más grave arroja un decremento del 0.4 por ciento para el mismo plazo.

Las personas de la generación nacida a mediados de los 70 que sigamos vivas en 2040 atestiguaremos un mundo en el que la lluvia será muy escasa. Como Generación X podremos decir que vimos la caída del Muro de Berlín, que jugamos en la calle, que vimos nacer el internet y morir la lluvia si no hacemos algo hoy para remediarlo.

Fuente: Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático, Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático. Gobierno de México.

A las proyecciones le anteceden los registros históricos. Con base en los datos del Servicio Meteorológico Nacional, la mayoría de los años desde 1985 ha llovido en Sinaloa debajo de su propio promedio de 1985-2022, que es de 722 milímetros.

Pocas pero intensas lluvias

La ciencia ha determinado que el aumento de la intensidad de la lluvia es una consecuencia de la emergencia climática. Sucede porque entre más se calienta la atmósfera más humedad retiene. Entonces, la frecuencia de lluvia tiende a reducirse, pero cuando cae lo hace de manera feroz.

El huracán Manuel en 2013 fue una demostración de ello. Entonces llovió hasta 412 milímetros, el 49 por ciento de las precipitaciones de ese año en sólo 24 horas.

De acuerdo con el Mapa de Vulnerabilidad a Inundaciones de México ante el Cambio Climático, Sinaloa está clasificada en el nivel Alto de Vulnerabilidad de Asentamientos Humanos por Inundaciones.

A nivel granular, 12 municipios están clasificado en Vulnerabilidad Media, otros 5 en Vulnerabilidad Alta y 1 de ellos en Vulnerabilidad Muy Alta. Hay que decir que estos niveles no han registrado cambios desde que se monitorea.

Suelos y vegetación, la clave en las soluciones basadas en la naturaleza

Conselva es una organización civil conformada por personal técnico y científico que desarrolla soluciones para mitigar los impactos del estrés hídrico a partir de la restauración y conservación de cuencas, entre otras.

Sandra Guido, su directora ejecutiva, vocera y distinguida científica sinaloense aprovecha cada plataforma o espacio para insistir en el mensaje basado en la evidencia de los experimentos y estudios de esta organización.

“La disponibilidad es el factor limitante más importante para la prosperidad de esta región (del Mar de Cortés), tenemos un grave problema aquí. Para atender el riesgo hídrico en el que estamos, ¿qué podemos hacer?, incrementar la captación de agua en la cuenca e impulsar el uso responsable y eficiente del recurso hídrico tanto en las ciudades como en la agricultura”, planteó en el Summit 2022 Misión Prosperidad convocado en noviembre por la organización civil Foro Mar de Cortés.

El jueves Guido estuvo en el auditorio del Jardín Botánico, donde Conselva y la Sociedad Botánica y Zoológica de Sinaloa realizaron la jornada enLa Fuerza del Agua: Soluciones Basadas en la Naturaleza para la Planeación Urbana, con la participaciónde la directora y director de los Implanes de Mazatlán y Culiacán, respectivamente.

Estas soluciones reducen con menor costo económico el impacto de riesgos naturales de inundaciones, erosión, deslave, sequías y calor extremo, así como complementan la efectividad de la infraestructura gris, o sea, la humana para captar y gestionar el recurso.

El primer paso es comprender que el suelo y la vegetación son los mejores aliados para ampliar la disponibilidad del agua y que este recurso se capta principalmente en las cuencas que se ubican un paso arriba de las presas construidas por los humanos.

Guido explica que las cuencas, como infraestructura verde, están compuestas por vegetación que intercepta el agua de lluvia y suelo que la absorbe y “rellena” los acuíferos subterráneos.

En cambio, cuando estas zonas son deforestadas, lo que llega a las presas es lodo que las azolva reduciendo su capacidad de almacenamiento. Además hay que considerar que el agua de los embalses humanos se evapora y, entre más calor, más agua perderemos.

También se reduce la cantidad de este recurso que nutre los acuíferos subterráneos, que en Sinaloa son 14 y más de la mitad ya están sobreexplotados.

¿Por qué es importante saberlo? Porque en México, el 40 por ciento del agua proviene de los 653 acuíferos existentes en el país, según consigna el Instituto Mexicano para la Competitividad. Luego sigue su distribución por medios de los ríos y canales de riego donde el sector que más consume agua es el que desperdicia. Se calcula que la agricultura y ganadería del país desperdician el 57 por ciento del agua que consume, ya sea por evaporación

Y ni qué decir del derroche de agua en ciudades y casas, así como la necesidad de aplicar tecnología innovadora para su tratamiento y reúso.

Esta semana se hablará mucho del agua (espero), pues el 22 de marzo es su día mundial. Tiene que ser una oportunidad para que el Gobierno de Sinaloa converse sobre ello con la ciencia y academia, empresa y sociedad civil sinaloenses.

Vivimos la era de cambio que implica compromisos. Varios y de distinto tipo.

Parte 2 Soluciones basadas en la naturaleza se publica el 3 de abril.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO.

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