Reflexiones

Francisco Cuamea

Que nadie se quede atrás: Innovación, economía y movilidad social

Nuestra manera de producir economía no está diseñada para la movilidad social; si seguimos así no podremos cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible 1, que es el del Fin de la Pobreza

¿Cuál es la vocación económica de Sinaloa?¿Qué resultados hemos obtenido con ella? ¿Estamos encadenados a ella? ¿Podemos cambiarla?

La vocación económica es la narrativa que nos construimos basada en las actividades productivas que sobresalen en una sociedad. Para el caso de Sinaloa, es bien sabido que durante décadas nos hemos repetido que nuestra vocación es la actividad primaria.

¿Es esta una historia precisa o un cuento surgido de la nostalgia posrevolucionaria, cuando inició el auge agrícola?

La fotografía estadística reciente cuenta una historia distinta. Desde 2007 a 2020 la economía de Sinaloa ha descansado sobre la base de las micro y pequeñas empresas donde trabajan prácticamente 7 de cada 10 personas, con niveles salariales que no alcanzan para que el 63 por ciento de trabajadores acceda dignamente a alimentación, salud, vivienda y educación.

Comparando gráficas de la composición del Producto Interno Bruto estatalpor sectores, da la sensación de que el tiempo se quedó congelado por 15 años. Son como gotas de agua. No hay gran movimiento en la aportación de las actividades primarias, secundarias y terciarias al PIB sinaloense en el transcurso del tiempo.

Fuente: Elaboración propia con datos del Sistema de Cuentas Nacionales de México. Producto Interno Bruto por Entidad Federativa. Año Base 2013. Serie de 2003 a 2021.

Si ampliamos el periodo nos daremos cuenta de que, al menos durante 40 años, hemos caminado sobre una línea plana tensada por una actividad económica terciaria que motiva al gasto, al consumo. Que no suele necesitar personal calificado con mejor paga ni crea capacidades ni habilidades. Y que, con escasas excepciones, no innova, se mantiene en la zona de confort, no arriesga ni invierte en el largo plazo.

Así se ve ese caminar.

Fuente: Análisis propio con datos del Sistema de Cuentas Nacionales de México, SCNM. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI.

Tomando como referencia 1982, el crecimiento del Producto Interno Bruto viaja en una montaña rusa jalada por la actividad nacional; pero incluso con tanto brinco, nuestra participación en la economía del país está demasiado pareja.

Y mientras eso ha sucedido, nos hemos repetido la narrativa de que somos el granero de México, pero en la realidad económica hemos dejado de sembrar futuro.  

Empleo de baja calidad atora la movilidad social

Nuestra manera de producir economía no está diseñada para la movilidad social y, por lo tanto, si seguimos así no podremos cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible 1, que es el del Fin de la Pobreza.

De hecho, movilidad social junto con la innovación son dos conceptos de los que poco se habla en la agenda pública. Como sociedad, simplemente no está en nuestras prioridades romper este círculo vicioso: quien nace pobre tiene altas probabilidades de morir pobre.

En México, 74 de cada 100 personas que nacen en los hogares más pobres no logran superar la condición de pobreza en su vida adulta. Y para el caso de esta entidad, prácticamente la tercera parte de los sinaloenses vivía en pobreza en 2020. Estas son 854 mil personas. ¿Es un problema de desempleo? En Sinaloa hay empleo. El 97 por ciento de la Población Económicamente Activa está ocupada. Sólo que 9 de cada 10 labora, precisamente, en micros y pequeñas empresas del sector Comercio y Servicios, el mayor empleador, pero de escasa generación de valor, tecnificación o especialización. Y por lo tanto, de remuneración.

En resumen: En Sinaloa generamos empleo, pero no de calidad.

Fuente: Elaboración propia con datos del Inegi. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (Nueva Edición) (ENOEN). Indicadores estratégicos. Tercer trimestre de 2022. Sinaloa.
Fuente: Elaboración propia con datos del Inegi. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (Nueva Edición) (ENOEN). Indicadores estratégicos. Tercer trimestre de 2022. Sinaloa.

¿Qué es la calidad del empleo? De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y El Caribe, el trabajo no es solamente un factor de producción o una fuerza impulsora del desarrollo económico, también proporciona identidad a las personas, es un medio clave para la integración en sociedad y, para la gran mayoría, es la principal fuente de ingresos y base de la subsistencia.

“Por ende, un empleo de calidad debería: ser productivo, al menos cubrir las necesidades básicas, elegido en libertad, equitativo, ofrecer protección contra accidentes, enfermedades, vejez y desempleo, permitir participación y capacitación, así como promover estándares internacionales y derechos fundamentales en el lugar de trabajo”, describe la Cepal.

Con nuestra economía actual, el 63 por ciento de empleados percibe al mes de 3,000 a 9,000 pesos, mientras que otro 23 por ciento ingresa mensualmente entre 12 mil a casi 19 mil pesos. Así no hay quincena que alcance.

Fuente: Elaboración propia con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social al Trimestre 4 de 2022.

Desaprender lo aprendido: La innovación como alternativa

Tenemos un problema con nuestra economía aunque no es privativo de Sinaloa, claro está. Ni es responsabilidad de un gobierno o de un grupo.

Lo que sí es responsabilidad nuestra, de las personas que vivimos en este tiempo y en este lugar, es de lo que suceda de aquí en adelante. Tenemos que tomar la decisión de dar un viraje hacia una economía justa, en la que todas y todos vivamos con dignidad y oportunidad. Sobre todo, producir a partir de una economía que genere prosperidad sin depender del crecimiento económico.

¿Cómo? Primero que nada hay que reconocerlo y tomar la decisión. Para resolver el problema tenemos que rediseñar la economía sobre un fundamento social digno y que respete los límites de la naturaleza, desaprendiendo dogmas que fueron pensados a partir de realidades de los siglos 19 y 20.

Kate Raworth, una de las economistas actuales con nuevas propuestas, advierte sobre el cambio de paradigma que está encima.

“Hoy… está surgiendo una nueva mentalidad”, identifica.

“No esperes que el crecimiento económico reduzca la desigualdad, porque no lo hará. En lugar de ello, crea una economía que sea distributiva por diseño”.

¿Por dónde empezar, entonces? Por la innovación y la confianza en el largo plazo. La innovación no es un tema exclusivo del campo tecnológico ni digital. Es un error común reducirla a ello. Es aplicable a la mayoría de las industrias. Tampoco se trata de inventos, de crear algo que antes no existía.  

“Cuando la prosperidad de un país no aumenta, pese a lo que parece ser una enorme actividad dentro de sus fronteras, dicho país podría tener un problema de innovación, no de crecimiento”, dice Clayton Christensen, conocido por su teoría de la innovación disruptiva.

Para el profesor de Harvard recién fallecido, la innovación es el cambio con el que las empresas transforman las industrias existentes creando mercados, al ofrecer soluciones a problemas de las personas hasta el momento no atendidos e iniciando con ello un proceso de prosperidad.

Lo explica identificando tres categorías de innovación: de sustentación, de eficiencia y de creación de mercado.

Innovación de sustentación

Las innovaciones de sustentación son mejoras a soluciones que ya existen en el mercado y suelen dirigirse a clientes que exigen un mejor desempeño de un producto o servicio.

Dichas mejoras no son diseñadas para atraer nuevos clientes, sino para fortalecer su mercado actual. Como, por ejemplo, la inclusión de un nuevo platillo en un restaurante o las promociones ingeniosas que suelen hacer los negocios.

Innovación de eficiencia

Por lo general consisten en innovaciones en los procesos: se enfocan en cómo se hace el producto. Con esta clase de innovaciones las compañías pueden volverse más rentables y, fundamentalmente, liberar flujo de efectivo.

Aunque mantienen nuestras economías competitivas y vigorosas al liberar efectivo muy necesario para futuras inversiones, aclara Christensen, ninguna de estas innovaciones introduce nuevos motores de crecimiento en los mercados maduros. Un ejemplo podría ser la tecnificación del campo o el proceso de riego por goteo aplicado en Sinaloa a finales de los 90.

Innovación creadora de mercado

Estas son las que necesitamos emprender para iniciar el proceso de prosperidad para que nadie se quede atrás, de acuerdo con las investigaciones de Clayton Christensen.

Estas innovaciones crean nuevos mercados dirigidos a las personas para las que no existían productos o para quienes los productos disponibles no eran costeables ni accesibles por distintas razones.

Las innovaciones creadoras de mercado democratizan productos y servicios que antes no estaban disponibles. Son la base de muchas economías ricas de nuestros días y han ayudado a sacar a millones de personas de la pobreza en el proceso, además que tienen el potencial de generar empleos locales y globales.

Todos los días usamos productos o servicios que en sus inicios fueron innovaciones creadoras de mercado, como el internet, la computadora personal o el celular. Aun cuando estemos familiarizados con ellos, todos empezaron de cero y vivieron su proceso. Nada se da por generación espontánea.

Ahora bien, Clayton Christensen analiza un caso que tenemos muy cerca: Ver de Verdad, la empresa oftalmológica de bajo costo, que el profesor de Harvard tomó como uno de los casos de estudio para su libro La paradoja de la prosperidad.

Ver de Verdad encuadra como una innovación creadora de mercados porque no solamente ofrece productos y servicios oftalmológicos a una población que no tenía el dinero para ello, sino porque antes identificó el no consumo. El no consumo es el que se suele ignorar porque se cree que ahí no hay dinero, no hay “negocio”.

Por el contrario, Ver de Verdad entendió la lucha cotidiana de las personas con problemas visuales pero sin dinero para remediarlos: las complicaciones para trabajar, para estudiar, e incluso para movilizarse, y decidió crear un mercado ahí ofreciendo una solución accesible a su problema.

“La prosperidad echa raíces en una economía al invertir en un tipo particular de innovación—aquel que crea mercados—, lo que a menudo actúa como catalizador y base para crear desarrollo económico sostenido”, afirma Christensen.

Acelerar la movilidad social con innovación para eliminar la pobreza en Sinaloa es factible si se toma la decisión. Una decisión que no creo que genere grandes desacuerdos, sobre todo, frente a los problemas humanos que podemos evitar con ella.

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Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO.

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