Me gusta la gente que viaja y se viaja...
María Julia Hidalgo
De eso hablábamos mi hermana y yo, de esa forma tan tuya de generosidad que no sacó nadie de nosotros, de lo desamparadas que quedamos pese a tu forma infinita de alegría.
No podía ser de otra forma, a ella también la enseñaron así.
Nadie la escuchó, brotó al mundo como piedra rodante, temerosa de parar, de caer, de partirse, de quedar dividida, mediada al mundo sin poder regresar.
Escribía y le venía la imagen de su padre diciéndole: así no conseguirás hacer nada importante con tu vida…
La veo. No es de las que se maquilla a diario.
Llego al edificio y veo un montón de gente en la entrada, una ambulancia y un carro de bomberos.
Anticipo que tendremos una orgía. Esperaba que dijera “de sabores”, una explosión de maridajes, de percepciones y gustos…no lo dijo.
Un abrazo filial y fraterno a todos los amorosos padres.
Así pasó con la mágica blancura del bien nombrado “Piel de agua”, un delicado y místico huipil que me envolvió la noche del 15 de diciembre.
